Una Auditoría
es un proceso sistemático, independiente y documentado para obtener evidencias
y evaluarlas de manera objetiva con el fin de determinar el grado en que se
cumplen los criterios de auditoría.
La
realización de una auditoría debe asegurar dos principios fundamentales: la
objetividad e imparcialidad del proceso de auditoría.
El concepto de imparcialidad es el que la relaciona con una toma de decisiones o
juicio sin subjetivismos, es decir permaneciendo neutral o sin tomar partido.
La imparcialidad es sinónimo de presencia real y percibida de
objetividad.
La
objetividad es la ausencia de conflictos de intereses o que si estos
existen, estén resueltos sin que afecten de forma adversa a las actividades de
cualquier certificadora.
La actividad
de certificación consiste, precisamente, en realizar una evaluación imparcial y
competente de tercera parte, garantizando confianza a todas las partes
interesadas de que el sistema de gestión cumple con todos los requisitos
aplicables especificados.
La
imparcialidad será el principio básico que contribuya a generar confianza en el
cliente y el negocio.
La propia
norma ISO 17021 reconoce que la principal fuente de falta de imparcialidad
corresponde al mercado en el que se mueven los organismos de certificación, ya
que sus ingresos provienen de sus clientes y, al fin y al cabo, ellos pagan por
la obtención de un certificado.
La solución a
este tipo de conflictos radica en que las decisiones que adopte el organismo de
certificación se basen exclusivamente en la evidencia objetiva de
conformidad o de no conformidad que se obtenga de las auditorías, ya que,
así, se garantiza que estas decisiones no estén influenciadas por otros
intereses.
Los conceptos
de imparcialidad e independencia relativos a las actuaciones de un
auditor están íntimamente relacionados. Se entiende independencia como
“la capacidad de adoptar decisiones propias, actuando sobre la base de procesos
de pensamiento y criterio también propios, sin recibir influencias externas”.
Tanto la
imparcialidad como la independencia de los auditores, son
determinantes a la hora de valorar la calidad de las auditorías de
certificación, conformándose la independencia como un aspecto intrínseco a las
auditorías entre cuyos objetivos está el de mejorar la confianza y aumentar la
credibilidad. La independencia del auditor aporta y garantiza confianza en el
proceso de certificación.
La calidad de
las auditorías realizadas por los auditores de certificación también puede verse
determinada por muchos otros factores condicionantes.
El auditor no
puede participar en auditorías de certificación en un cliente para el que haya
ejercido labores de consultoría en un periodo definido de tiempo, normalmente
estimado en 2 años.
La gestión de
la imparcialidad ha sido una cuestión muy discutida en el ámbito de las
Entidades de Acreditación durante los últimos años, para lo cual se
establecieron normas para evitar conflictos de intereses en los Organismos de
Certificación.
El punto más
conflictivo fue el relativo a la consultoría de implantación de sistemas de
gestión, por lo que algunas certificadoras han optado por dejar esta actividad
y dedicarse exclusivamente a la evaluación de la conformidad, no realizando
consultoría, asesoría o soluciones a las desviaciones identificadas en su
actividad de certificación.
Fuente consultada: Ó Bureau Veritas Formación, S.A.
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