miércoles, 15 de octubre de 2014

Principios de Imparcialidad y Objetividad en los procesos de Certificación.

Una Auditoría es un proceso sistemático, independiente y documentado para obtener evidencias y evaluarlas de manera objetiva con el fin de determinar el grado en que se cumplen los criterios de auditoría.



La realización de una auditoría debe asegurar dos principios fundamentales: la objetividad e imparcialidad del proceso de auditoría.

El concepto de imparcialidad es el que la relaciona con una toma de decisiones o juicio sin subjetivismos, es decir permaneciendo neutral o sin tomar partido. La imparcialidad es sinónimo de presencia real y percibida de objetividad.

La objetividad es la ausencia de conflictos de intereses o que si estos existen, estén resueltos sin que afecten de forma adversa a las actividades de cualquier certificadora.

La actividad de certificación consiste, precisamente, en realizar una evaluación imparcial y competente de tercera parte, garantizando confianza a todas las partes interesadas de que el sistema de gestión cumple con todos los requisitos aplicables especificados.

La imparcialidad será el principio básico que contribuya a generar confianza en el cliente y el negocio.

La propia norma ISO 17021 reconoce que la principal fuente de falta de imparcialidad corresponde al mercado en el que se mueven los organismos de certificación, ya que sus ingresos provienen de sus clientes y, al fin y al cabo, ellos pagan por la obtención de un certificado.

La solución a este tipo de conflictos radica en que las decisiones que adopte el organismo de certificación se basen exclusivamente en la evidencia objetiva de conformidad o de no conformidad que se obtenga de las auditorías, ya que, así, se garantiza que estas decisiones no estén influenciadas por otros intereses.

Los conceptos de imparcialidad e independencia relativos a las actuaciones de un auditor están íntimamente relacionados. Se entiende independencia como “la capacidad de adoptar decisiones propias, actuando sobre la base de procesos de pensamiento y criterio también propios, sin recibir influencias externas”.

Tanto la imparcialidad como la independencia de los auditores, son determinantes a la hora de valorar la calidad de las auditorías de certificación, conformándose la independencia como un aspecto intrínseco a las auditorías entre cuyos objetivos está el de mejorar la confianza y aumentar la credibilidad. La independencia del auditor aporta y garantiza confianza en el proceso de certificación.

La calidad de las auditorías realizadas por los auditores de certificación también puede verse determinada por muchos otros factores condicionantes.

El auditor no puede participar en auditorías de certificación en un cliente para el que haya ejercido labores de consultoría en un periodo definido de tiempo, normalmente estimado en 2 años.

La gestión de la imparcialidad ha sido una cuestión muy discutida en el ámbito de las Entidades de Acreditación durante los últimos años, para lo cual se establecieron normas para evitar conflictos de intereses en los Organismos de Certificación.

El punto más conflictivo fue el relativo a la consultoría de implantación de sistemas de gestión, por lo que algunas certificadoras han optado por dejar esta actividad y dedicarse exclusivamente a la evaluación de la conformidad, no realizando consultoría, asesoría o soluciones a las desviaciones identificadas en su actividad de certificación.


Fuente consultada: Ó Bureau Veritas Formación, S.A.

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